Bajo una lona azul que forma una tienda de campaña colocada en los alrededores de la basílica catedral Nuestra Señora de la Altagracia, en la ciudad de Salvaleón de Higüey, Enerola Álvarez Tejada ora. Junto a sus dos hijas y tres nietos, se arrodilla con la mirada hacia el santuario, donde se encuentra su “protectora”.
“Estoy aquí por una simple razón: agradecer. Mi familia y yo le debemos tanto a nuestra Virgencita, que lo menos que podemos hacer es venir un día antes para rendirle el honor que merece”, manifiesta Álvarez Tejada, de 71 años, quien asegura que desde hace más de tres décadas viene a visitar el templo religioso.
“Hemos pasado por muchas pruebas. Dos nietos se vieron cerca de la muerte por cáncer, unos ladrones intentaron robar mi casa, y perdí a mi marido hace tres años en un accidente cerca de la casa, en San Juan. Pero mi fe ha sido más fuerte que la desgracia, porque la Virgen de la Altagracia me auxilia”, contó a elCaribe.