Primavera Cultural en Puerto Plata: Oportunidad Desperdiciada

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Por Hilda Patricia Lagombra Polanco
Con la llegada de la primavera, Puerto Plata florece con una vitalidad que va más allá de su
exuberante vegetación y su cálido clima. La temporada invita a la renovación, no solo de la
naturaleza, sino también del espíritu cultural de la ciudad. Sin embargo, en este paraíso
caribeño, donde el turismo es el alma de la economía, las iniciativas culturales siguen
siendo relegadas a un segundo plano, desaprovechando un potencial inmenso para
enriquecer la experiencia tanto de locales como de visitantes.
Es importante destacar que la primavera es, en todo el mundo, sinónimo de festivales,
expresiones artísticas y encuentros que reafirman la identidad cultural de las comunidades.
En ciudades con un fuerte atractivo turístico como Puerto Plata, este período debería
representar una oportunidad dorada para fomentar el arte y la cultura. No obstante, la oferta
cultural sigue siendo limitada y, en muchos casos, inaccesible para la población local. Más
allá de las tradicionales festividades religiosas y los eventos de carnaval que marcan el
calendario, la falta de una programación cultural consistente empobrece la oferta de
entretenimiento y educación. Esto no solo afecta a los ciudadanos, sino que también
disminuye el atractivo del destino para aquellos turistas que buscan algo más que sol y
playa.
Ante este vacío cultural, es imperativo que las autoridades locales y el sector privado
apuesten por actividades gratuitas que permitan a la población disfrutar de eventos de
calidad. Por ejemplo, una opción viable sería la realización de conciertos sinfónicos al aire
libre. En este sentido, el imponente Anfiteatro de Puerto Plata, con su vista privilegiada al
Atlántico, es el escenario ideal para ofrecer conciertos de orquestas de escuelas,
universidades, artistas locales y, por qué no, también de la Orquesta Sinfónica Nacional.
Sin embargo, su escaso uso a lo largo del año representa un despilfarro de recursos que
podría revertirse con una programación constante y accesible. Asimismo, otra alternativa
efectiva sería la organización de teatro en las plazas públicas. Las representaciones teatrales
en espacios abiertos permiten que un público más amplio acceda al arte escénico. En
consecuencia, obras de autores dominicanos y clásicos universales podrían llevarse a cabo
en la Plaza Independencia (parque central), convirtiéndola en un epicentro cultural.
Por otro lado, es fundamental considerar exposiciones de arte itinerantes. En este caso,
museos y galerías podrían extender sus exhibiciones a espacios públicos para que el arte
llegue a quienes no suelen frecuentar estos establecimientos. Del mismo modo, resulta
relevante fomentar talleres y presentaciones de música folclórica. Rescatar los ritmos
tradicionales, como el merengue típico y la bachata, con presentaciones en el malecón y
otros puntos de encuentro popular, contribuiría a reforzar la identidad cultural de la región y
a evitar el peligro del transculturismo, que poco a poco diluye las tradiciones locales en
favor de influencias extranjeras.
Asimismo, no se puede ignorar la necesidad de actividades dirigidas al público infantil,
quienes actualmente tienen pocas opciones de entretenimiento cultural. Se podrían
organizar cuentacuentos en parques, talleres de pintura al aire libre y espectáculos de

marionetas que fomenten la creatividad y el amor por el arte desde temprana edad. Además,
actividades como concursos de poesía y danza folclórica permitirían que los niños crezcan
con un sentido de pertenencia a su cultura y fortalezcan la identidad dominicana. Incluir a
los niños en la vida cultural de la ciudad no solo los beneficia a ellos, sino que también
siembra las semillas para una sociedad más interesada en la cultura en el futuro.
Lamentablemente, la falta de inversión y planificación en el sector cultural ha dejado a
Puerto Plata rezagada en comparación con otras ciudades turísticas del Caribe. Mientras en
lugares como Cartagena y La Habana se celebran festivales de música, cine y literatura que
atraen a miles de visitantes, aquí las iniciativas culturales dependen mayormente de
esfuerzos individuales y del entusiasmo de grupos independientes. En este contexto, el
sector público ha fallado en convertir la cultura en un pilar del desarrollo turístico. Además,
la ausencia de incentivos para artistas y gestores culturales, la escasa promoción de eventos
y el limitado acceso a infraestructura cultural son solo algunas de las barreras que impiden
que Puerto Plata se transforme en un verdadero destino cultural.
Por todo lo anterior, es momento de que la ciudadanía exija más y participe activamente en
la vida cultural de la ciudad. La primavera nos brinda la oportunidad de revitalizar Puerto
Plata, no solo con flores y brisas marinas, sino con arte, música y teatro. Para ello, es
fundamental que tanto las autoridades como el sector privado y la comunidad trabajen
juntos en la creación de espacios donde la cultura sea accesible para todos. Además, es
esencial que la cultura se posicione como un complemento indispensable del turismo,
promoviendo la riqueza histórica y artística de la región y evitando que la globalización
borre las raíces dominicanas. Porque una ciudad sin cultura es una ciudad sin alma. Y
Puerto Plata, con su historia vibrante y su belleza incomparable, merece mucho más que ser
solo un destino de playa. En definitiva, es hora de aprovechar la primavera para sembrar las
semillas de un renacimiento cultural duradero.