A justo un mes hoy de su llegada al poder por elección popular el pasado 5 de julio, el presidente Luis Abinader mantiene encendidas las expectativas de una amplia gama de sectores sociales, económicos y políticos del país, tras haber bosquejado un ambicioso programa para reactivar la economía, castigada severamente por la pandemia de coronavirus.
Entre los planes concretos de arranque de la gestión de Abinader figuran los proyectos desarrollistas de inversión pública y privada en Pedernales y Manzanillo, la autopista del Ámbar y un compromiso de guerra contra una plaga que puede descalabrar todo esto, la más temida y dañina: la corrupción.
Está haciendo visitas, estimulando la educación, apoyando al sector salud, empujando la reapertura segura del turismo y asegurándose del cumplimiento de las tareas para detener el desbordamiento de los servicios de salud y bajar el número de muertes por el Covid-19.
Pero estos primeros 30 días de Gobierno no han sido sólo de trabajo, ovaciones y elogios para el mandatario por estas iniciativas de corte económico y servicios generales, porque en el otro extremo hay una gran masa de miembros del Partido Revolucionario Moderno muy inquietad que ya está ejerciendo presión por empleos a las autoridades.
La gestión y estilo del presidente Abinander presenta unas características impares a otros jefes de Estado.
La cualidad de vestir con saco y sin corbata, con un bien manejado efecto visual soportable a la vista, visitar los pueblos cada fin de semana junto a su familia y funcionarios, responder preguntas de los periodistas en estos actos y reunirse de manera abierta con empresarios y dirigentes de su partido, son particulares que marcan el primer mes de gestión del presidente Luis Abinader.SDe