La decisión de importantes medios norteamericanos de no respaldar a candidatos presidenciales, como ha sido costumbre a través de los años, ha abierto un vivo debate sobre el papel de la prensa independiente en una democracia.
La controversia ha puesto de relieve uno de los desafíos cruciales de la prensa: demostrar si puede seguir siendo creíble, confiable e independiente.
Especialmente en una época marcada por la polarización de grupos que cuestionan su integridad, poniendo en entredicho su capacidad de buscar y revelar la verdad.
El Listín Diario tiene muy claro que la prensa debe ser independiente, equidistante y crítica, sin convertirse en una herramienta de propaganda gubernamental ni en un instrumento para agredir al poder.
La misión del periodismo es informar, cuestionar y contribuir al debate público desde una posición de respeto a los valores democráticos.
Cuando la prensa se adocena ante los poderes fácticos o asume un rol panfletario, pierde su esencia.
No puede, entonces, defenderse a sí misma cuando se le niegan libertades o se vulneran sus derechos.
La independencia no es un lujo ni una postura estratégica; es la única forma en que el periodismo puede cumplir su función social y mantener la confianza de su audiencia.
Si la prensa quiere defender la libertad de expresión y su derecho a informar sin restricciones, debe ser congruente con sus principios.