Juegos de Tokio: miedo escénico en teatros vacíos

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La temprana derrota de la tenista Naomi Osaka, emblema de los Juegos de Tokio, la encargada de prender el sagrado pebetero, y la retirada súbita de la gimnasta Simone Biles en plena final por equipos reavivó el debate sobre la presión fatal que experimenta cualquier deportista, pero especialmente los grandes mitos, cuando se enfrentan a unos Juegos Olímpicos.

De nada sirve que el patio de butacas esté vacío. El miedo escénico, del que hablaba Jorge Valdano para describir la fuerte impresión que recibe el futbolista en un estadio abarrotado de un público vociferante, surte efecto igual.

La ausencia de público en los Juegos de Tokio, una medida drástica adoptada para evitar la propagación de la covid-19, no ha reducido, contra todo pronóstico, el temor al fracaso que experimentan los deportistas olímpicos, aun cuando sean figuras consagradas como Osaka o Biles.