FILADELFIA (AP) – Se multiplican las muertes y cada vez hay más cadáveres que aguardan sepultura en morgues congestionadas. Las ciudades de Estados Unidos tratan de satisfacer la demanda mientras las familias bregan con las normas de distanciamiento social que impiden realizar los ritos fúnebres habituales.
Med Alliance Group, una distribuidora médica en Illinois, está asediada por llamadas y correos electrónicos de todo el país. Todos piden lo mismo: camiones refrigerados para manejar una situación como jamás pudieron imaginar. “Vienen de todas partes: hospitales, servicios de salud, oficinas forenses, instalaciones de la Administración de Veteranos de Guerra, departamentos de salud estatales y funerarias”, dijo Christie Penzol, vocera de Med Alliance.
“Es desgarrador”. La empresa dijo que ha alquilado todos sus camiones y que hay una espera de 18 semanas para recibir materiales y construir nuevos remolques, añadió. Ahora que los expertos e incluso el presidente Donald Trump calculan que la cifra de víctimas de la pandemia llegaría a 240.000, uno de los aspectos puramente prácticos de la muerte —dónde depositar los cuerpos— angustia a todos, en momentos en que ciudades, hospitales y organizaciones de salud privadas claman por espacio adicional. Para colmo, los espacios privados están ocupados por más tiempo que lo habitual porque los entierros, independientemente de la causa de muerte, se ven dificultados por las normas de distanciamiento social.
Es una crisis que se repite en el mundo entero. En España, donde la cifra de muertos casi alcanza los 12.000, una pista de patinaje sobre hielo en Madrid fue convertida en una morgue improvisada después que la funeraria municipal dijo que no podía recibir más cuerpos si no le enviaban equipo protector. En Italia, cuerpos embalsamados colocados en ataúdes aguardan el entierro o la cremación en naves de iglesias y depósitos. En Guayaquil, Ecuador, imágenes macabras publicadas por las familias en las redes sociales muestran cadáveres envueltos en plástico o tela, algunos en la calle, a la espera de que se los lleven los trabajadores abrumados de las morgues.